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Channel: Reflexiones – Viaja en mi mochila
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Si no te hace feliz, déjalo ir

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Si cogiera un lienzo y pintara mis viajes, el resultado tendría muchos colores. Habría luces, algunas sombras, pero sobre todo habría amor. Porque si algo he encontrado en todas partes, si algo he aprendido por ahí, es que el amor puede sorprenderte en cualquier sitio y bajo muchas formas, que poco tiene que ver con los estereotipos que a la fuerza nos intentan imponer.

Para mí, el amor empieza por uno mismo; y, si ese amor no existe, es imposible que puedan darse o encontrarse otros amores. Porque el amor nace de dentro y solo desde ahí puede salir al exterior, porque solo si uno se quiere puede ser capaz de querer a los demás. Qué fácil y qué difícil al mismo tiempo, ¿verdad?

Seguro que amor es ir a ver una lluvia de estrellas y volver con un pedrusco en la mano derecha; pero lo es también, sin duda, que me lo cuentes con una sonrisa de oreja a oreja, verte dar el sí quiero y pensar que eres la novia más bonita de la Tierra. Amor es que tu niño se ponga de pie por sorpresa, y que en cuanto tengas un segundo me envíes una foto con su proeza. Amor son todos nuestros mensajes y audios, todas las horas de aventuras, sarcasmos y confidencias.

Amor es que me saques a bailar y se pare el tiempo, que me cojas en volandas sin aviso para inmortalizar el momento, que me tapes con tu saco cuando duermo. Amor es que me dejes fresas silvestres en la puerta, que te vuelvas loco para encontrarme una casa de muñecas, que confíes en mí para leer tu novela inédita, y que bajes a la plaza conmigo a gritar que no nos representan. Amor es que me lleves en brazos hasta la habitación de mi hotel, sonrías y no sepas qué hacer, que te levantes conmigo para ver amanecer. Amor es cruzar un océano por volver a ver tus ojos, es una postal cuando pienso que ya no me recuerdas, es un te quiero inesperado que se hace humo al cerrar la puerta. Amor es que me abraces cuando te despidas y de verdad lo sientas.

Afortunado aquel capaz de enamorarse cada día un segundo, o dos o tres de lo que dicen las sonrisas, sin importar a quien pertenezcan; aquel capaz de emocionarse con un olor, con un color, con una canción. Quien sepa vivir el momento sin exigencias ni miramientos, disfrutar del amor que se encuentra en las pequeñas cosas aunque solo dure un instante. Aunque no le dé tiempo a pensar. Aunque sea fugaz como el rayo que llega, atraviesa y se va.

A lo largo de una vida puede y debe haber muchos amores. Algunos serán largos como el tiempo, y otros breves como algunos besos. Tendrán muchas formas, sonidos y sabores. Serán de uno, de dos o de más. Pero aun variados hasta el infinito, responderán siempre a un principio: si te duele, no es amor. Nunca. Esta es la única norma que no tiene excepción.

Y es que amor también es saberte ir llegado el momento, no estancarte entre llantos y lamentos, permitirte zarpar a ti y al otro hacia nuevos puertos donde recuperar las ganas de soñar, de crear, de vivir. Amor es no negarte el derecho a decidir, aprender a soltar lastre, escoger tu camino, seguir. Amor es quererte lo suficiente para permitirte las veces que haga falta intentar volver a ser feliz.

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